enero 2012
«El que venga a mi, no tendrá hambre, y el que crea en mi no tendrá nunca sed.» (Jn 6,35)

31.1.12

En la sinagoga de Cafarnaún Jesús ha liberado por la mañana a un hombre poseído por un espíritu maligno. Ahora se nos dice que sale de la «sinagoga» y marcha a «la casa» de Simón y Andrés. La indicación es importante pues, en el evangelio de Marcos, lo que sucede en esa casa encierra siempre alguna enseñanza para las comunidades cristianas. Jesús pasa de la sinagoga, lugar oficial de la religión judía, a la casa, lugar donde se vive la vida cotidiana junto a los seres más queridos. En esa casa se va a ir gestando la nueva familia de Jesús. Las comunidades cristianas han de recordar que no son un lugar religioso donde se vive de la Ley, sino un hogar donde se aprende a vivir de manera nueva en torno a Jesús.

Al entrar en la casa, los discípulos le hablan de la suegra de Simón. No puede salir a acogerlos pues está postrada en cama con fiebre. Jesús no necesita más. De nuevo va a romper el sábado por segunda vez el mismo día. Para él lo importante es la vida sana de las personas, no las observancias religiosas. El relato describe con todo detalle los gestos de Jesús con la mujer enferma.

«Se acercó». Es lo primero que hace siempre: acercarse a los que sufren, mirar de cerca su rostro y compartir su sufrimiento. Luego, «la cogió de la mano»: toca a la enferma, no teme las reglas de pureza que lo prohíben; quiere que la mujer sienta su fuerza curadora. Por fin, «la levantó», la puso de pie, le devolvió la dignidad. Así está siempre Jesús en medio de los suyos: como una mano tendida que nos levanta, como un amigo cercano que nos infunde vida. Jesús solo sabe servir, no ser servido. Por eso la mujer curada por él se pone a «servir» a todos. Lo ha aprendido de Jesús. Sus seguidores han de vivir acogiéndose y cuidándose unos a otros.

Pero sería un error pensar que la comunidad cristiana es una familia que piensa solo en sus propios miembros y vive de espaldas al sufrimiento de los demás. El relato dice que, ese mismo día, «al ponerse el sol», cuando ha terminado el sábado, le llevan a Jesús toda clase de enfermos y poseídos por algún mal.

Los cristianos hemos de grabar bien la escena. Al llegar la oscuridad de la noche, la población entera con sus enfermos «se agolpa a la puerta». Los ojos y las esperanzas de los que sufren buscan la puerta de esa casa donde está Jesús. La Iglesia solo atrae de verdad cuando la gente que sufre puede descubrir dentro de ella a Jesús curando la vida y aliviando el sufrimiento. A la puerta de nuestras comunidades hay mucha gente sufriendo. No lo olvidemos.
Jose A. Págola

21.1.12
La llamada a la conversión evoca casi siempre en nosotros el recuerdo del esfuerzo exigente, propio de todo trabajo de renovación y purificación. Sin embargo, las palabras de Jesús: «Convertíos y creed en la Buena Noticia», nos invitan a descubrir la conversión como paso a una vida más plena y gratificante.
El evangelio de Jesús nos viene a decir algo que nunca hemos de olvidar: «Es bueno convertirse. Nos hace bien. Nos permite experimentar un modo nuevo de vivir, más sano y más gozoso. Nos dispone a entrar en el proyecto de Dios para construir un mundo más humano». Alguno se preguntará: pero, ¿cómo vivir esa experiencia?, ¿qué pasos dar?
Lo primero es detenerse. No tener miedo a quedarnos a solas con nosotros mismos para hacernos las preguntas importantes de la vida: ¿quién soy yo?, ¿qué estoy haciendo con mi vida?, ¿es esto lo único que quiero vivir?
Este encuentro consigo mismo exige sinceridad. Lo importante es no seguir engañándonos por más tiempo. Buscar la verdad de lo que estamos viviendo. No empeñarnos en ocultar lo que somos y en parecer lo que no somos.
Es fácil que experimentemos entonces el vacío y la mediocridad. Aparecen ante nosotros actuaciones y posturas que están arruinando nuestra vida. No es esto lo que hubiéramos querido. En el fondo deseamos vivir algo mejor y más gozoso.

Descubrir cómo estamos dañando nuestra vida no tiene por qué hundirnos en el pesimismo o la desesperanza. Esta conciencia de pecado es saludable. Nos dignifica y nos ayuda a recuperar la autoestima. No todo es malo y ruin en nosotros. Dentro de cada uno está actuando siempre una fuerza que nos atrae y empuja hacia el bien, el amor y la bondad. Es Dios, que quiere una vida más digna para todos.

La conversión nos exigirá sin duda introducir cambios concretos en nuestra manera de actuar. Pero la conversión no consiste en esos cambios. Ella misma es el cambio. Convertirse es cambiar el corazón, adoptar una postura nueva en la vida, tomar una dirección más sana. Colaborar en el proyecto de Dios.

Todos, creyentes y menos creyentes, pueden dar los pasos evocados hasta aquí. La suerte del creyente es poder vivir esta experiencia abriéndose confiadamente a Dios. Un Dios que se interesa por mí más que yo mismo, para resolver no mis problemas, sino «el problema», esa vida mía mediocre y fallida que parece no tener solución. Un Dios que me entiende, me espera, me perdona y quiere verme vivir de manera más plena, gozosa y gratificante.
Por eso el creyente vive su conversión invocando a Dios con las palabras del salmista: «Ten misericordia de mí, oh Dios, según tu bondad. Lávame a fondo de mi culpa, limpia mi pecado. Crea en mí un corazón limpio. Renuévame por dentro. Devuélveme la alegría de tu salvación» (Salmo 5o).
Jose A. Págola

20.1.12


«Convertíos, porque está cerca el reino de Dios». ¿Qué pueden decir estas palabras a un hombre o una mujer de nuestros días? A nadie le atrae oír una llamada a la conversión. Pensamos enseguida en algo costoso y poco agradable: una ruptura que nos llevaría a una vida poco atractiva y deseable, llena solo de sacrificios y renuncia. ¿Es realmente así?
Para comenzar, el verbo griego que se traduce por «convertirse» significa en realidad «ponerse a pensar», «revisar el enfoque de nuestra vida», «reajustar la perspectiva». Las palabras de Jesús se podrían escuchar así: «Mirad si no tenéis que revisar y reajustar algo en vuestra manera de pensar y de actuar para que se cumpla en vosotros el proyecto de Dios de una vida más humana».
Si esto es así, lo primero que hay que revisar es aquello que bloquea nuestra vida. Convertirnos es «liberar la vida» eliminando miedos, egoísmos, tensiones y esclavitudes que nos impiden crecer de manera sana y armoniosa. La conversión que no produce paz y alegría no es auténtica. No nos está acercando al reino de Dios.
Hemos de revisar luego si cuidamos bien las raíces. Las grandes decisiones no sirven de nada si no alimentamos las fuentes. No se nos pide una fe sublime ni una vida perfecta; solo que vivamos confiando en el amor que Dios nos tiene. Convertirnos no es empeñarnos en ser santos, sino aprender a vivir acogiendo el reino de Dios y su justicia. Solo entonces puede comenzar en nosotros una verdadera transformación.
La vida nunca es plenitud ni éxito total. Hemos de aceptar lo «inacabado», lo que nos humilla, lo que no acertamos a corregir. Lo importante es mantener el deseo, no ceder al desaliento. Convertirnos no es vivir sin pecado, sino aprender a vivir del perdón, sin orgullo ni tristeza, sin alimentar la insatisfacción por lo que deberíamos ser y no somos. Así dice el Señor en el libro de Isaías: «Por la conversión y la calma seréis liberados» (30,15).
Jose A. Págola

19.1.12
No sabemos con certeza cómo reaccionaron los discípulos del Bautista cuando Herodes Antipas lo encarceló en la fortaleza de Maqueronte. Conocemos la reacción de Jesús. No se ocultó en el desierto. Tampoco se refugió entre sus familiares de Nazaret. Comenzó a recorrer las aldeas de Galilea predicando un mensaje original y sorprendente.


El evangelista Marcos lo resume diciendo que «marchó a Galilea proclamando la Buena Noticia de Dios». Jesús no repite la predicación del Bautista, ni habla de su bautismo en el Jordán. Anuncia a Dios como algo nuevo y bueno. Este es su mensaje.

«Se ha cumplido el plazo». El tiempo de espera que se vive en Israel ha acabado. Ha terminado también el tiempo del Bautista. Con Jesús comienza una era nueva. Dios no quiere dejarnos solos ante nuestros problemas, sufrimientos y desafíos. Quiere construir junto con nosotros un mundo más humano. «Está cerca el reino de Dios». Con una audacia desconocida, Jesús sorprende a todos anunciando algo que ningún profeta se había atrevido a declarar: "Ya está aquí Dios, con su fuerza creadora de justicia, tratando de reinar entre nosotros". Jesús experimenta a Dios como una Presencia buena y amistosa que está buscando abrirse camino entre nosotros para humanizar nuestra vida.

Por eso, toda la vida de Jesús es una llamada a la esperanza. Hay alternativa. No es verdad que la historia tenga que discurrir por los caminos de injusticia que le trazan los poderosos de la tierra. Es posible un mundo más justo y fraterno. Podemos modificar la trayectoria de la historia. «Convertíos». Ya no es posible vivir como si nada estuviera sucediendo. Dios pide a sus hijos e hijas colaboración. Por eso grita Jesús: "Cambiad de manera de pensar y de actuar". Somos las personas las que primero hemos de cambiar. Dios no impone nada por la fuerza, pero está siempre atrayendo nuestras conciencias hacia una vida más humana.

«Creed en esta Buena Noticia». Tomadla en serio. Despertad de la indiferencia. Movilizad vuestras energías. Creed que es posible humanizar el mundo. Creed en la fuerza liberadora del Evangelio. Creed que es posible la transformación. Introducid en el mundo la confianza.

¿Qué hemos hecho de este mensaje apasionante Jesús? ¿Cómo lo hemos podido olvidar? ¿Con qué lo hemos sustituido?  ¿En qué nos estamos entreteniendo si lo primero es "buscar el reino de Dios y su justicia"? ¿Cómo podemos vivir tranquilos observando que el proyecto creador de Dios de una tierra llena de paz y de justicia está siendo aniquilado por los hombres?
Jose A. Págola

17.1.12
Ayer día 16 se perfeccionó la contratación de la Banda de Cornetas y Tambores Amor y Sacrificio en el local de ensayos que tiene en el parque San Benito de la localidad sevillana de Lebrija. 

Esta Banda,  fundada en 1962 por Sebastián Ruiz Velázquez, apoyada por Acción Católica, actuó por primera vez al año siguiente dirigida por Luis Velázquez con el nombre de Ntra. Sra. de la Victoria.

En los años 70 cambió su nombre por el de Ntra. Sra. de los Dolores y asumió su dirección Antonio Cumbrera Ruiz y Antonio Masteo Pan. En 1992 la Banda se acoge al estilo de las Cigarreras, cambiando su uniforme y haciéndose cargo de la dirección Antonio López Gómez y Francisco Fernández Sánchez.

Tras unos años de excelente trayectoria y apadrinados por Las Cigarreras, período este en el que acompañaron a nuestros Titulares, y por distintos motivos, desembocan en su desaparición en el 2003.


En agosto de 2009 la constancia y la afición de Rafa, Luisma, Javier y Gustavo entre otros, hizo que se reunieran con la intención de reorganizar la Banda y gracias a su empeño realizó su primera actuación en la Cabalgata de Reyes Magos del 2010 y en la Semana Santa de ese mismo año en varias Cruces de Guía de hermandades de Lebrija.
En la actualidad la banda lleva el nombre de Amor y Sacrificio siendo 70 el número de sus componentes y apuntan a conseguir en poco tiempo un lugar destacado en el plantel de las bandas de la zona.
Ayer vivimos unos momentos entrañables  y pudimos  respirar el agradable ambiente de camaradería que reina entre sus componentes que han decidido adoptar un estilo trianero y por cierto lo hacen muy bien. Lo comprobaremos el Miércoles Santo en nuestra Estación de Penitencia. Para muestra un botón entresacado del Certamen Solidario a favor de las Hermanas de la Cruz, celebrado el día 4 de diciembre del año pasado, interpretando diversas marchas.

16.1.12 , ,
El tercer año de la celebración de San Antón ha sido todo un éxito y nos demuestra la calidad humana de todos los asistentes que cada año va creciendo. Por una parte todos somos conscientes de que nuestras mascotas son creaturas de Dios y por ende necesitan también como nosotros de su Bendición.

Por otro lado está bien que disfrutemos con nuestros amigos de unos momentos de agradable convivencia junto con nuestras mascotas para aunar los lazos que a ellos nos unen.
A nosotros, también nos ha servido para demostrarnos a nosotros mismos que la unión hace la fuerza y merece la pena trabajar todos unidos por nuestra Hermandad. Hemos tomado unas instantáneas de la página de Bornos para ofreceros una proyección de diapositivas, en la que hay que destacar que todos los semblantes están sonrientes y alegres. Gracias a todos por vuestra asistencia y colaboración.
Pica en la imagen para enlazar más fotos





8.1.12 ,
Como viene siendo habitual desde hace ya dos años, el próximo día 14 de enero, sábado, celebraremos la tercera fiesta de San Antón, en la que todos tendremos la oportunidad de que nuestras mascotas sean bendecidas. Si tenemos en cuenta que éstas son también creaturas de Dios, no debemos privarlas de su bendición.
Es una oportunidad para que todos, junto con nuestros animales, demos gracias a Dios por su creación y al mismo tiempo departamos junto con nuestros amigos de un agradable momento de esparcimiento y degustemos  un poquito de paella que nuestra Hermandad repartirá entre todos los presentes de forma gratuita.
Os esperamos a todos a las doce de la mañana en la plaza de la Iglesia para compartir este momento juntos, nuestros pequeños nos lo agradecerán y junto a sus amiguitos podrán disfrutar de una mañana agradable.

5.1.12
Celebramos la fiesta de la Epifanía o manifestación del Señor, que viene a ser la otra cara de la Navidad. Ambas celebran, desde diferentes perspectivas, el misterio de la encarnación, la venida y manifestación de Cristo al mundo. Navidad acentúa más la venida, mientras que Epifanía subraya la manifestación.

Las dos fiestas quedan encuadradas en el gran misterio de Dios, "el secreto escondido desde el origen de las edades y de las generaciones, revelado ahora a sus consagrados" (Col 1, 26). Es un mensaje de gozo, liberación y alegría, "Buena Noticia que lo será para todo el pueblo... Os ha nacido un Salvador" (Lc 2, 11) Los hombres no estamos solos, perdidos en una existencia sin esperanza. Hay un Dios Salvador empeñado en que todo termine bien, porque en Dios no hay más que bondad y amor al hombre, y se nos pide que le busquemos, lo acojamos y vivamos guiados por la luz de su Espíritu.
María y José, que esperaban un hijo en la paz de Nazaret, tienen que abandonar su casa, y salir para cumplir los deseos del emperador. En el desamparo y pobreza acogen este misterio en lo íntimo de su corazón, y lo meditaban. Dios se iba manifestando en la sencillez de lo cotidiano, "porque en todo se hizo igual a nosotros, excluido el pecado" (Hbr 4,16). La contemplación, el silencio, el desprendimiento son actitudes que hacen que el misterio de Dios penetre en nuestras vidas y las vaya transformando.
Los pastores, que velaban el rebaño, ante el anuncio del ángel, lo dejan todo y van "derechos a Belén a ver eso que ha pasado y que nos ha anunciado el Señor" (Lc 2, 15). Dóciles a la llamada, se ponen en camino hacia lo desconocido, pero impulsados por el deseo de saciar la esperanza de un salvador, alentada durante mucho tiempo en el pueblo de Israel. La confianza y el saberse necesitados, facilitan el encuentro con Dios, que siempre espera al hombre que sabe buscarle aún por caminos que no comprendan:"encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre" (Lc 1, 12).
El relato de los Magos de Oriente que llegan a Jerusalén preguntando "¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido?", pone de relieve que la salvación de Dios se manifiesta como realidad que se dirige a todos los hombres y pueblos de la tierra y no conoce fronteras de ninguna clase. Rompe barreras y borra distinciones que marcamos los seres humanos olvidando la igualdad fundamental de todos, mientras subrayamos diferencias que discriminan y son fuentes de injusticias y explotación. La Epifanía se convierte en la fiesta de la universalidad de la salvación, respetando y promoviendo las ricas diferencias de raza, lengua y cultura.
Una estrella les despierta la curiosidad y le sirve de guía, dejando atrás todo lo que llenaba sus vidas. Van en búsqueda de algo desconocido pero que barruntan como extraordinario. La fe no es ciega, es luz y claridad. No es una ideología, sino actitud de búsqueda, de abandono de situaciones, de peregrinación y camino. Andadura no fácil, sino que necesita ayuda y orientación. Por eso ellos preguntan cuando la estrella desaparece sin renunciar a la aventura a la que una fuerza interior les impulsaba. Tienen que salir de su patria, abandonar su casa y comodidades y rutina, tienen que prescindir de sus propios prejuicios y dejarse guiar. El final es feliz. "Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron".
La fe cristiana es descubrimiento de la grandeza y bondad de Dios, experiencia agradecida de que sólo Dios salva. Los Magos, ante el Niño de Belén expresan la actitud primera de todo creyente ante Dios, la adoración. Ante un Dios que es Amor, no cabe sino el gozo, la adoración y la acción de gracias. No es un camino fácil. No basta escuchar la llamada del corazón, hay que ponerse en marcha, exponerse, correr riesgos. Ven resplandecer la estrella, y descubren en el Niño de Belén a un Dios encarnado, poniendo a sus pies los dones del oro que simboliza el valor inestimable del ser humano; el incienso que despliega el deseo de elevarse hasta Dios, porque todo ser humano está llamado a participar de la vida misma de Dios. La mira para curar la enfermedad y aliviar el sufrimiento, porque todo ser humano necesita de cuidados y consuelo, no de violencia y agresión.
El encuentro con este Dios tan cercano y tan nuestro, cambia la vida. La de María y José la colma de gracia y plenitud. La de los pastores la convierte en pregoneros de la Buena Noticia, pues "volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído" (Lc 2, 17). Los Magos "se marcharon a su tierra por otro camino". Volvieron a la vida de cada día con nueva luz, nueva ilusión y esperanza.

Anfora y Corazón

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