diciembre 2013
«El que venga a mi, no tendrá hambre, y el que crea en mi no tendrá nunca sed.» (Jn 6,35)

23.12.13
Sabedores de que en vuestros hogares la presencia del niño Jesús llenará de amor y bendiciones  a todas vuestras familias, también os deseamos que vuestros corazones sepan acogerlo.

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12.12.13 ,
Bueno, ha llegado la hora del trabajo que presumimos arduo. La parihuela del nuevo paso de misterio de la Resurrección ha sido como dirían los informáticos reseteada a satisfacción de todos. El barco ya no es tan barco, ahora es un paso adecuado a nuestras necesidades y que sin duda gustará a todos nuestros hermanos y a los amantes de nuestra Semana Santa.


La primera fase ha consistido en aliviar unos cuantos kilos de la estructura de la parihuela. Ha sido eliminada una trabajadera y se ha reducido tanto el ancho original como el largo, quedando preparado para que pueda atravesar, eso sí justamente, la puerta de nuestra sede canónica.

El entusiasmo sube por momentos y el próximo sábado día 14 nuestros flamantes costaleros tendrán el privilegio de tomar el  pulso  a su correspondiente lugar de penitencia. Los costales están también preparados y esta toma de contacto servirá para poder hacer los ajustes que se nos pidan antes del siguiente ensayo.


No vemos el momento del Miércoles Santo, porque nuestra imaginación se desborda a la hora de visualizar lo que será en el futuro un gran paso de misterio, para mayor gloria de Nuestro Señor Jesucristo. Para ser justos tenemos que agradecer la implicación en este proyecto y la ayuda que nos están prestando, Antonio Gutiérrez Benitez, así como a Juan Román nuestro particular cerrajero, a los  que el Señor les pagará todo lo que hacen por nosotros. El camino que comenzó meses atrás sigue sin prisas pero sin pausas. Os mantendremos informados de todo cuanto acontezca a este respecto. 

4.12.13
La teología litúrgica del Adviento se mueve, en las dos líneas enunciadas por el Calendario romano: la espera de la Parusía, revivida con los textos mesiánicos escatológicos del AT y la perspectiva de Navidad que renueva la memoria de alguna de estas promesas ya cumplidas aunque si bien no definitivamente.

El tema de la espera es vivido en la Iglesia con la misma oración que resonaba en la asamblea cristiana primitiva: el Marana-tha (Ven Señor) o el Maran-athá (el Señor viene) de los textos de Pablo (1 Cor 16,22) y del Apocalipsis (Ap 22,20), que se encuentra también en la Didaché, y hoy en una de las aclamaciones de la oración eucarística. Todo el Adviento resuena como un "Marana-thá" en las diferentes modulaciones que esta oración adquiere en las preces de la Iglesia.

La palabra del Antiguo Testamento invita a repetir en la vida la espera de los justos que aguardaban al Mesías; la certeza de la venida de Cristo en la carne estimula a renovar la espera de la última aparición gloriosa en la que las promesas mesiánicas tendrán total cumplimiento ya que hasta hoy se han cumplido sólo parcialmente. El primer prefacio de Adviento canta espléndidamente esta compleja, pero verdadera realidad de la vida cristiana.

El tema de la espera del Mesías y la conmemoración de la preparación a este acontecimiento salvífico toma pronto su auge en los días feriales que preceden a la Navidad. La Iglesia se siente sumergida en la lectura profética de los oráculos mesiánicos. Hace memoria de nuestros Padres en la Fe, patrísticas y profetas, escucha a Isaías, recuerda el pequeño núcleo de los anawim de Yahvé que está allí para esperarle: Zacarías, Isabel, Juan, José, María.

El Adviento resulta así como una intensa y concreta celebración de la larga espera en la historia de la salvación, como el descubrimiento del misterio de Cristo presente en cada página del AT, del Génesis hasta los últimos libros Sapienciales. Es vivir la historia pasada vuelta y orientada hacia el Cristo escondido en el AT que sugiere la lectura de nuestra historia como una presencia y una espera de Cristo que viene.

En el hoy de la Iglesia, Adviento es como un redescubrir la centralidad de Cristo en la historia de la salvación. Se recuerdan sus títulos mesiánicos a través de las lecturas bíblicas y las antífonas: Mesías, Libertador, Salvador, Esperado de las naciones, Anunciado por los profetas... En sus títulos y funciones Cristo, revelado por el Padre, se convierte en el personaje central, la clave del arco de una historia, de la historia de la salvación.

1.12.13
Uno no puede más que darle gracias al Señor y pedirle al Mayor Dolor de María que interceda por nosotros ante la evolución que toman los acontecimientos y cuando las ideas, que hasta hace unos meses allá por el mes de agosto eran solo ideas, están camino de convertirse en sentimientos de gloria. Si, lo han leído bien, porque todos los que ponen sus entrañas en una trabajadera están ganando la gloria y solo cada uno de ellos sabe para quién, porque cada uno en su penitencia ruega no solamente por él, sería egoísta pensar que así fuere, sino que rezan con su trabajo por alguien que lo necesita, por sus padres, hijos, hermanos, y en eso se convierten trabajando cuello a cuello, en Hermanos con mayúsculas.



Esa es la grandeza del mundo del costal y el martillo, esa es la oración callada pero sincera, bajo los faldones de un paso de Cristo o de María, que cada cual a su entender lanza al Padre para que alivie nuestra flagelación y nuestros mayores dolores de cada día.  Y el Señor con su infinito amor e inimaginable grandeza y misericordia, ha querido que hoy primer domingo de Adviento de dos mil trece en el templo de la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, sede de esta sencilla Hermandad, se obre el milagro por partida triple, cual augurio, cual señal de sus bendiciones a todos los que creemos en Él.

El primer signo ha sido la participación en el acto de más de una treintena de hombres de abajo, anónimos pero de gran corazón, con su nombre, apellido y ahora también con su llamada  en el noble trabajo de rezar con sus pies, Corrientes, Costeros, Fijadores, Pateros, junto a Jóse Buzón Rodriguez y Daniel Rosa Gómez, comprometidos guías de la seriedad y la verdad.

El segundo porque ahora están bautizados de nuevo en un hermanamiento con sabor a la grandeza de Jesucristo Resucitado y Glorioso,  que alcanzarán después de una cuaresma de entrega, una Estación de Penitencia agridulce con el Hijo de Dios flagelado y sangrante, con María atravesada en su corazón por los siete dolores, al anuncio de la  anhelada Pascua de Cristo.

El tercero porque Jesucristo paga con creces y setenta veces siete lo poquito que cada uno de nosotros le ofrece. El Espíritu me dice que es posible, como esas ideas que al principio comentaba, que esos tres niños que aparecen en la fotografía, algún día antes que después, estarán también en la igualá de la Resurrección, a su vez con sus chiquillos de la mano.

Por todo ello Señor te damos gracias y te pedimos que nos ayudes en las horas bajas, que sin duda vendrán, y nos reconfortes cuando la tristeza invada nuestros corazones. Haznos fuertes para desoír la voz de la insidia  que sabemos nos sobrevuela y oye las plegarias que te hacemos a través de tu Madre en su Mayor Dolor.

GRACIAS Y ENHORABUENA  A TODOS.
QUE SIRVA PARA MAYOR GLORIA DE 
JESUCRISTO RESUCITADO



Pedro Bueno 
Hermano Mayor

Anfora y Corazón

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