abril 2019
«El que venga a mi, no tendrá hambre, y el que crea en mi no tendrá nunca sed.» (Jn 6,35)

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Ya contamos en años anteriores cómo doña Mariana Carrasco, en 1747, donaba en su testamento una huerta de su propiedad a Nuestra Señora de las Angustias (recordemos que ésta era la advocación de Nuestra Señora en esa época) para que «de su renta se le haga una fiesta el día Viernes de Dolores de cada un año, con Santísimo manifiesto todo el día, misa cantada y sermón. Y a la tarde Corona, Salve y Letanías; y sino se pudiere predicar el sermón por la mañana que se predique a la tarde». No sabemos si ese es el origen de la celebración en nuestra Iglesia de la Resurrección o, simplemente, la donante proveía los fondos suficientes para que se siguiera celebrando. Lo que sí sabemos es que perduró en los tiempos, independientemente de los avatares sufridos por este tipo de fundaciones a lo largo de los tiempos y, sobre todo, durante el siglo XVIII.

Ahora aportamos un nuevo dato para afianzar que esto fue así: se trata de unas anotaciones de ingresos y gastos de la Parroquia, fechadas en 1912, donde vemos cómo aún 150 años más tarde se seguía cumpliendo la voluntad de doña Mariana, tanto en lo tocante al viernes de Dolores, como a otras disposiciones que también afectan a la Iglesia de la Resurrección (las tres misas cantadas en los tres días de Pascua y la novena a la Virgen del Carmen).



Los cultos habían variado con el tiempo; además de la misa con sermón, se hacía un septenario, suponemos que en los días previos. Sin embargo, ya no se hacía la exposición del Santísimo; tampoco se hace referencia al rezo de la Corona Dolorosa (no podemos saber si se seguía realizando, pues al no suponer ningún coste no aparecería de ninguna forma en estas anotaciones contables). Hoy en día, seguimos celebrando la fiesta de los Dolores de la Virgen, pero también adaptados a nuestros tiempos. Nunca se dejó de celebrar la misa, con mayor o menor solemnidad, durante todo el siglo XX; desapareció el septenario; y, en las últimas décadas, se ha incorporado el Besamanos a Nuestra Bendita Titular.

El motivo de que se nombre este apartado de las cuentas como censo de Ordóñez, es porque a Francisco Ordóñez, marido de su sobrina, es a quien doña Mariana le encargaba en el testamento citado con anterioridad la gestión de la huerta para sufragar todas estas celebraciones. Al parecer, optó por imponer un censo y con la renta de éste, más de cien años después de la muerte de Francisco, aún se seguían cobrando rentas suficientes para todo lo dispuesto por la donante.

Otra nota curiosa que aparece en esta cuenta es la «gratificación a Herraiz». Ese Herráiz no es otro que el abuelo de nuestra querida hermana, Dª Francisca Soto Herráiz, Paca la guapa: su familia fue la encargada del mantenimiento de la Iglesia de la Resurrección desde 1883 hasta 1978, cuatro generaciones de «santeros» al cuidado de nuestro templo.

A.G.S.

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El origen de la festividad del Viernes de Dolores se remonta a la Edad Media. La denominada fiesta de Nuestra Señora de los Dolores, preparada por la literatura ascética del siglo XII, es introducida por primera vez en Alemania consecuencia del Sínodo Provincial de Colonia (año 1423) para contrarrestar las burlas de los herejes hacia la imagen de la Virgen Dolorosa. A raíz del mismo, el arzobispo de Colonia, Teodorico de Neurs, la inserta en el viernes de la tercera semana después de Pascua.

Será en 1727 cuando Benedicto XIII la extienda con el título de «Fiesta de los Siete Dolores de la Bienaventurada Virgen María», situándola el viernes después de la dominica de Pasión, es decir, el viernes anterior a la Semana Santa, a fin de recordar los dolores que padeció la Santísima Virgen María durante la Pasión de su hijo.

La controversia radica en el año 1688, y en concreto, parte de la Orden de los Siervos de María que difunde el culto de la Dolorosa y obtiene del Papa Inocencio XI una fiesta propia de la tercera dominica de septiembre, que posteriormente Pío VII extenderá a toda la Iglesia en 1814. Será Pío X quien asigne establemente el 15 de septiembre.

Paralelamente, en lugares como España ya existía un culto especial en torno a Ella dentro del contexto de la Semana Santa, donde se tiene como motivo de hermandades y cofradías.

Sin embargo, durante el Concilio Vaticano II, dentro de las diversas modificaciones al calendario litúrgico, se decidió suprimir las fiestas consideradas «duplicadas», es decir, aquellas que se celebrasen dos veces en un mismo año. Por tanto, se suprimió la fiesta primigenia de los Dolores de Nuestra Señora el viernes anterior al Domingo de Ramos, siendo reemplazada por la moderna fiesta de Nuestra Señora de los Dolores, el 15 de septiembre.

A pesar de ello, la Santa Sede y las normas del Calendario Litúrgico contemplan en el Misal Romano que «en los lugares donde se halle fervorosamente fecunda la devoción a los Dolores de María y en sus calendarios propios sea tenida como fiesta o solemnidad, este día puede celebrarse sin ningún inconveniente con todas las prerrogativas que le son propias».


En Bornos, en la Iglesia de la Resurrección, tenemos documentación que atestigua que ya en el año 1747 ésta era una festividad arraigada. Así, la devota Mariana Carrasco en su testamento dotó «a mi madre y señora de las Angustias sita en la iglesia de dicho hospital de la Resurrección de esta villa» (nombre con el que en la época era conocida Nuestra Señora del Mayor Dolor) de una huerta «para que la goce por suya y de su renta se le haga una fiesta el Viernes de Dolores de cada un año con Santísimo Manifiesto todo el día, misa cantada y sermón, y a la tarde Corona, Salve y Letanías; y sino (sic.) se pudiere predicar el sermón por la mañana que se predique a la tarde […]».

Posteriormente, en el año 1775, se funda la Orden Servita. También en este caso tenemos constancia de que se sigue celebrando la festividad del Viernes de Dolores en la misma Iglesia de la Resurrección en honor a Nuestra Madre.

En última instancia, señalar que a lo largo del siglo XIX desaparecerán tanto la Orden de los Siervos de María como la propia hermandad, pero que sí se mantiene la tradición de celebrar la festividad de María el Viernes de Dolores, siendo el único culto anual que se oficia con regularidad a lo largo del tiempo en dicha Iglesia de la Resurrección.

Refutando a nuestro hermano Manuel Barra en su libro Iglesias y Ermitas de Bornos (1), tenemos documentación servita donde en el año 1788, encabezando el acta de 25 de marzo, se lee: «Hallándose junta la congregación y Orden Tercero de Sierbos (sic.) de María Santísima de los Dolores, Nuestra Señora y Madre de Dios, en su glorioso título de las Angustias, en esta su Yglesia y hospital de la Santíssima Resurrección de Nuestro Señor Jesuchristo». Por tanto, concluimos que fue la devoción popular y la importancia de esta fiesta de los Dolores el desencadenante del cambio de advocación de Nuestra Titular, siendo el propio pueblo el que le atribuye el nombre de Dolores.

Esta prueba de continuidad y fervor nos responde el porqué a esta iglesia, y a esta Dolorosa que veneramos, no se le pudo despojar de su festividad en un día tan insigne para nuestra cofradía, quedando entre las exenciones señaladas por el Concilio Vaticano II.

[1] BARRA RODRÍGUEZ, M. Iglesias y ermitas de Bornos, Hdad. Ntra. Sra. del Rosario, Bornos, 1995, p. 117: «En esta iglesia se estableció la Venerable Orden Tercera de Siervos de María Santísima de los Dolores, vulgarmente conocidos como Servitas, el 14 de julio de 1775 […] ya hacía tiempo que la Virgen de las Angustias era denominada como Virgen de los Dolores».

A.G.S.

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Desde sus inicios la cuadrilla del Mayor Dolor dió muestras de una idiosincrasia propia que transmitiía poderío y entusiasmo. Por el 2007, comandada por Alejandro Sevillano Lobo y apenas a unos años del estreno del actual paso de Nuestra Señora, apuntaba a la evolución de la que hoy en día hace gala.

Esta imágenes captadas  por el recordado Manuel Sanchez Baizán «El Avión» nos muestran unos momentos intimos de nuestra Hermandad y una vez en la calle una explosión de fuerza a la que hoy en dia nos tienen acostumbrados.




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