Quiero aprovechar estos últimos días en el ejercicio de mi cargo como Hermano Mayor de nuestra Corporación, para haceros llegar lo orgulloso que me siento del trabajo realizado durante estos casi cinco años por cada uno de vosotros.
La Cofradía de la Resurrección, sin duda, está viviendo un tiempo de crecimiento en todos los sentidos, como familia, en lo espiritual, en fraternidad, en estética, en religiosidad, en devoción, en solidaridad, en apertura, y en un largo etc.
Todo ello es mérito y trabajo de cada uno de vosotros y en ningún modo, mio, porque solo me he limitado a coordinar, con la inestimable ayuda de los miembros que han compuesto mi Junta de Oficiales.
Un buen amigo, siempre que nos hemos visto durante este tiempo, me reprochaba medio en broma y medio en serio que nunca me veía trabajar, y no le faltaba razón. Solo me he limitado a coordinar, y en ocasiones malamente. El trabajo y el mérito ha sido y deseo que siga siendo del maestro llave, del mijita, del niño, del detallista, del de los encajes, de la encargada del plumero, de la del puño cerrado, de la manitas, de la enamorada del Mayor Dolor, etc... A todos ellos mi sincero y fraternal reconocimiento.
Ahora toca seguir trabajando como siempre, sin prisa pero sin pausa, ordenadamente. Para ello nuestra Corporación cuenta con personas como Alvaro al que desde aquí públicamente quiero reconocerle tanto el gran amor que le tiene a nuestra Cofradía, como el gran conocimiento que día a día demuestra de la Hermandad. Sin duda cuando la normativa exige para el puesto de Hermano Mayor a una persona de reconocido prestigio y experiencia cofrade estaba pensando en alguien como él y así lo entendemos los Hermanos con la confianza que le hemos otorgado en el Cabildo Extraordinario de Elecciones que recientemente hemos celebrado.
Esto no significa, que deje de ser Hermano activo de nuestra Cofradía, antes al contrario, estaré siempre, cuando se me llame y para lo que se me pida. Eso si, desde otro plano, y por supuesto cada Miércoles Santo, si el Señor de la Flagelación me lo permite, alumbraré su trámo, mientras me encomiendo a la Señora, nuestra Madre y valedora.
Por último, quiero de corazón pedir perdón a las personas que hubiese podido ofender de alguna forma. Les aseguro, si las hay, que no estaba en mi ánimo, y les tiendo una mano para que me lo hagan saber, y así poder disculparme personalmente.
Pedro Bueno Jiménez
Hermano Mayor
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