«El que venga a mi, no tendrá hambre, y el que crea en mi no tendrá nunca sed.» (Jn 6,35)

La Festividad del Viernes de Dolores en Bornos II

Ya contamos en años anteriores cómo doña Mariana Carrasco, en 1747, donaba en su testamento una huerta de su propiedad a Nuestra Señora de las Angustias (recordemos que ésta era la advocación de Nuestra Señora en esa época) para que «de su renta se le haga una fiesta el día Viernes de Dolores de cada un año, con Santísimo manifiesto todo el día, misa cantada y sermón. Y a la tarde Corona, Salve y Letanías; y sino se pudiere predicar el sermón por la mañana que se predique a la tarde». No sabemos si ese es el origen de la celebración en nuestra Iglesia de la Resurrección o, simplemente, la donante proveía los fondos suficientes para que se siguiera celebrando. Lo que sí sabemos es que perduró en los tiempos, independientemente de los avatares sufridos por este tipo de fundaciones a lo largo de los tiempos y, sobre todo, durante el siglo XVIII.

Ahora aportamos un nuevo dato para afianzar que esto fue así: se trata de unas anotaciones de ingresos y gastos de la Parroquia, fechadas en 1912, donde vemos cómo aún 150 años más tarde se seguía cumpliendo la voluntad de doña Mariana, tanto en lo tocante al viernes de Dolores, como a otras disposiciones que también afectan a la Iglesia de la Resurrección (las tres misas cantadas en los tres días de Pascua y la novena a la Virgen del Carmen).



Los cultos habían variado con el tiempo; además de la misa con sermón, se hacía un septenario, suponemos que en los días previos. Sin embargo, ya no se hacía la exposición del Santísimo; tampoco se hace referencia al rezo de la Corona Dolorosa (no podemos saber si se seguía realizando, pues al no suponer ningún coste no aparecería de ninguna forma en estas anotaciones contables). Hoy en día, seguimos celebrando la fiesta de los Dolores de la Virgen, pero también adaptados a nuestros tiempos. Nunca se dejó de celebrar la misa, con mayor o menor solemnidad, durante todo el siglo XX; desapareció el septenario; y, en las últimas décadas, se ha incorporado el Besamanos a Nuestra Bendita Titular.

El motivo de que se nombre este apartado de las cuentas como censo de Ordóñez, es porque a Francisco Ordóñez, marido de su sobrina, es a quien doña Mariana le encargaba en el testamento citado con anterioridad la gestión de la huerta para sufragar todas estas celebraciones. Al parecer, optó por imponer un censo y con la renta de éste, más de cien años después de la muerte de Francisco, aún se seguían cobrando rentas suficientes para todo lo dispuesto por la donante.

Otra nota curiosa que aparece en esta cuenta es la «gratificación a Herraiz». Ese Herráiz no es otro que el abuelo de nuestra querida hermana, Dª Francisca Soto Herráiz, Paca la guapa: su familia fue la encargada del mantenimiento de la Iglesia de la Resurrección desde 1883 hasta 1978, cuatro generaciones de «santeros» al cuidado de nuestro templo.

A.G.S.
11.4.19

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