«El que venga a mi, no tendrá hambre, y el que crea en mi no tendrá nunca sed.» (Jn 6,35)

Cultos Cuaresmales I


PRIMER DIA TRIDUO
COFRADÍA DE LA RESURRECCIÓN



La flagelación es tan vieja como la Humanidad. Es una de las crueldades que el hombre utiliza para hacer daño a sus semejantes. Los romanos la practicaban de la forma más dolorosa y sangrienta posible. Siempre la utilizaban como medio de castigo para los esclavos, criminales y traidores.

Así nos lo cuenta San Juan:

Pilatos… “volvió a salir donde los judíos y les dijo: Yo no encuentro ningún delito en él (…). ¿Queréis, pues, que os ponga en libertad al Rey de los judíos? Ellos volvieron a gritar diciendo: ¡A ése, no; a Barrabás! (…) Pilatos entonces tomó a Jesús y mando a azotarle”.

Oración :

Cristo flagelado, que por nuestro pecado,
a una columna eres atado, golpeado,
insultado, de tus vestiduras despojado,
y de espinas coronado.
Ante ti nos arrodillamos,
y aunque venimos con nuestros egoísmos,
avaricias y faltas;
queremos unirnos a tu sufrimiento e imploramos tu perdón.

Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden, no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.

Perdona a tu pueblo Señor,
Perdona a tu pueblo,
Perdónale Señor.




Oración :

Señora nuestra del Mayor dolor soportado,
Quiero compartir contigo, acongojado,
Las penas de tu corazón abrumado,
Al ver agonizado a tu Hijo, el bien amado.

Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Sálvame, Virgen María,
óyeme, te imploro con fe.
Mi corazón en ti confía,
Virgen María Sálvame.
Virgen María sálvame, sálvame.

Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Oración final :

Padre misericordioso, que has querido que tu Hijo sufriera por nosotros el suplicio del flagelo y la cruz para librarnos del poder del pecado, concédenos llegar a la gloria de la resurrección. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
26.3.12

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